Había una vez un país claramente superior en lo que respecta a lo económico, desarrollo tecnológico y militar que estaba arrasando otro claramente inferior desde hace prácticamente dos años. Los datos eran claros: en el segundo habían fallecido alrededor de unas 65.000 personas, de las cuales unas 20.000 eran niños y niñas; los heridos superaban las 150.000 personas; y más del 95 % de los hospitales y colegios estaban inoperativos. Todo ello frente a las 1.400 personas fallecidas y 200 secuestradas en el primero, resultado de un ataque inicial que justificó todo el proceso bélico subsiguiente. De hecho la ONU ya lo había definido como un genocidio

Lo cierto es que no se trata de ningún cuento o historia. Es totalmente veraz. No hemos nombrado los países implicados para no evocar los marcos mentales que cada cual pueda tener asociados, a lo que se suma la politización que se hace de todos los temas en España. Se puede entrar también en separar los pueblos de los gobiernos que actualmente los “representan”, e incluso mencionar la historia asociada, que viene de lejos. En todo caso, si conseguimos quedarnos simplemente con los hechos, queda claro que se trata de una brutalidad.

La LOMLOE recoge la “Educación para la Paz” de manera transversal e integrada en todo el sistema educativo y la enfoca como un pilar fundamental para la formación de una ciudadanía democrática, crítica y responsable. La Competencia Ciudadana es central en este tema, e implica entre otras cosas:

– Conocer y comprender los principios democráticos y los derechos humanos universales.
– Desarrollar una
conciencia cívica y crítica para analizar la realidad social y mundial, identificando las causas de los conflictos, las injusticias y las desigualdades.

– Actuar de manera ética y responsable a nivel individual y social, fomentando la participación democrática, la solidaridad y el respeto a la diversidad.

Si la comunidad internacional no pone objeciones a esta barbarie se estaría trasladando un mensaje de total impunidad. Los actores principales de esta comunidad son los Estados, pero no es menos cierto que estos responden a los distintos agentes y movimientos sociales. El sector educativo tiene una doble función, por una parte las movilizaciones que puedan realizar y por otra y más importante, la de educar al alumnado actual que formará la sociedad del mañana. En este sentido, mirar para otro lado como docentes implica asumir que renunciamos a un mundo futuro democrático y libre.

Que se hable sobre estos hechos en los centros educativos no puede considerarse política ni manipulación. Por contra, una pancarta, un mural o una bandera ondeando en un centro educativo solo puede llamarse de una manera: educación.

HACEMOS LO QUE DECIMOS, DECIMOS LO QUE HACEMOS