En el artículo de opinión -editorial- del 5 de octubre de 2020 en EL MUNDO, se habla de que: “Es urgente acabar con el abandono escolar”, ya que tiene una tasa del 17%. Y sigue: “España no puede continuar devaluando sistemáticamente la Educación”.

Es habitual e intencional equiparar el fracaso escolar con la tasa de Abandono Educativo Temprano (AET), que es el porcentaje de jóvenes de 18 a 24 -ambos inclusive- que han abandonado los estudios con una titulación inferior a la Secundaria postobligatoria, sin al menos FP de Grado Medio o Bachiller. De la misma manera que llamar a un joven de 24 años, escolar, sería tan poco adecuado como referirse a este como un mozalbete, o rapaz -por usar la riqueza lingüística de nuestro país-.

Pongamos por caso 4 amigos de La Solana, que llegan a 4º de ESO y titulan con notable, sin haber repetido ningún curso en su trayectoria escolar; es decir su “tasa de idoneidad” es del 100%. Deciden dedicarse a cultivar las tierras de su familia, dedicarse por tanto al campo. Estos amigos formarían parte del 5.7% que solo tiene la ESO y que se encuentran ocupados. Siguiendo el criterio del periódico tendrían un 100% de abandono escolar, que el lector traduce como fracaso escolar. Fracaso escolar es la proporción de jóvenes que no consigue la ESO.

Este indicador no tiene en cuenta si trabajaban o si tienen el título de Graduado en Secundaria (ESO). Esta tasa se obtiene a través de la Encuesta de Población Activa (EPA). La tasa de AET de España -17.9%-, está a la cola de la UE -10.6% de media-; si bien en los últimos 25 años, hemos logrado descender desde el 41%, dejándola aproximadamente a la mitad. Es cierto que España es el país con más Abandono Educativo Temprano de la UE y en CLM nos hemos llevado la palma históricamente, ahora estamos sobre el 21%.

Conviene saber algunos datos estadísticos de la Educación en España: la tasa de idoneidad a los 15 años -el porcentaje de alumnos/as en los que coincide su edad a la de su curso- es del 69.5%; la tasa de repetición -su lectura contraria- a esa edad es del 30.5%; la tasa de promoción en 4º de la ESO es del 85.8%; la tasa que repite 4º ESO es del 8.6%; la tasa bruta de graduados en Bachillerato es del 55,4%; la tasa bruta que supera la EvAU (antes llamada Selectividad y luego PAU) es del 50,9% y la tasa que tiene un grado (similar a licenciatura en la actualidad) es del 42.9%. Si hablamos del porcentaje que supera la EvAU, nos vamos casi al 90%.

Por tener una visión histórica, en 1960 había en España apenas 76.000 estudiantes universitarios, en 1970 subió a 205.000, en 1985 sobre el millón y poco después, en 1995 ya 1.439.000. En el curso 2017-2018 hubo en España 1.583.025. Abundando en la idea del progreso de la Educación, llegamos a un concepto ya desaparecido, como es la evolución del analfabetismo. En 1960 era el 14% en España –llegando hasta el 22% en CLM-, en el año 2001 se rebajó al 2.6% en España y 4.3% en CLM. Con todos estos datos, podemos decirle al Sr. Director de EL MUNDO, que a qué viene la frase editorial de: “España no puede continuar devaluando sistemáticamente la Educación”. La Educación es francamente mejorable, no hay que engañarse, pero es que venimos de muy abajo y vamos lentamente avanzando con una financiación a todas luces insuficiente.

Si uno sigue leyendo el periódico y llega a la sección de Educación, encuentra un artículo donde se alude a una propuesta de FAES de ampliar la educación básica hasta los 18 años y una justificación de los populares para que se extienda el concierto al Bachillerato. Cuando se dice concierto, no se refieren a llevar una banda de música a los centros escolares, sino de dar subvenciones públicas a centros privados, una “paguita” vaya.

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