Ayer altos representantes del Partido Popular, tanto nacional como regional, protagonizaron un acto en un centro público castellano-manchego, un acto, que como no puede ser de otra manera, NO SE HA PLANTEADO NADIE vetar.

Esto no debería ser noticia, un centro educativo público es un espacio de democracia y de libertad, en las que cualquier persona o institución que defienda postulados democráticos, de tolerancia, igualdad y libertad tiene cabida.

Lamentablemente sí es una noticia, porque, precisamente sus protagonistas, se han consagrado a defender los conciertos con centros privados para garantizar esta libertad, ya que entienden que en los centros públicos, dicha libertad no está garantizada. Aparte, por si mantener los “chiringuitos” ideológicos no fuese suficiente, también se inmiscuyen, allí donde el sistema educativo está bajo su responsabilidad, de librar de “dogmatismo” también los centros públicos…entendiendo por “dogmatismo” todo lo que ellos no defienden. Ese es su nivel de libertad.

Afortunadamente, nuestra Administración Regional, nada sospechosa de liderar el “progresismo radical”, tiene la suficiente altura de miras como para ver que la democracia es pluralidad y libertad y que en los centros públicos no hay vetos, ni se va a tolerar ningún “pin parental”.

Esto no puede considerarse como una mera anécdota, sino como un paso más en la escalada antiliberal que la irrupción de la ultraderecha está marcando en la agenda política de nuestro país. Decimos bien, antiliberal, porque, parece que la única libertad que defienden es la suya, mientras que hacen bandera del ataque a cualquier avance en la igualdad de colectivos tradicionalmente desfavorecidos: inmigrantes, feminismo, colectivo LGTBI…

El gran objetivo de esta escalada antiliberal lo lleva protagonizando la lucha feminista estos últimos años. Hemos visto como, bochornosamente, la movilización por el 8M ha sido la única cuestionada preventivamente en un año de pandemia. Este hecho, no solo visibiliza la plena vigencia de tener que marcar un día en el calendario para reivindicar la igualdad entre hombres y mujeres, sino que nos enfrenta a la España que, por desgracia, todavía somos, y a la que le falta subir un par de “escalones democráticos” para poder alcanzar los estándares europeos.

Que las manifestaciones feministas hayan sido objeto de las únicas “críticas preventivas” que hemos oído este año, en el fondo, lo que indica, es que el ideario de VOX está ganando la partida ideológica en nuestro país.

Las “feminazis” son el objetivo a batir, y la “salud pública” una excusa inconsistente cuando hemos visto que ni manifestaciones multitudinarias de negacionistas o el esperpento “retro” del neo-fascismo “cuqui” hayan planteado ningún problema de dicha “salud pública”. De la misma manera, la excusa de librar de “dogmatización” la educación pública, prohibiendo a la Ministra de Igualdad, participar en el acto sobre el 8M de un centro educativo público, se desvanece cuando se contrasta con la realidad de la presencia cotidiana de políticos del Partido Popular (e incluso de VOX) en centros educativos.

El problema no ha sido ni la “dogmatización” ni la “salud pública” sino la “salud democrática” de un país visceral como pocos, en el que el adversario ideológico no es tratado como un igual contra quien poder debatir, sino como un enemigo a erradicar. Alemania pudo pasar la página del fascismo, estableciendo un consenso entre todas las fuerzas mayoritarias, Inglaterra e Irlanda también superaron su profundo problema terrorista, y el IRA, hoy en día no es un arma arrojadiza entre partidos, pero España sigue anclada en el “Duelo a garrotazos” de Goya, donde somos incapaces de llegar a consensos tan básicos: ni sobre el fascismo, ni sobre el terrorismo, ni sobre el cambio climático…por no hablar de consensos ante hechos puntuales tan necesarios como la implantación del Estado de Alarma para atajar una pandemia.

En España vivimos la política del “desgasta y vencerás”, estableciendo el “no a todo” como un hecho categórico, del que el feminismo es un eslabón más.

Adalides de la libertad, que defienden “tomarse unas cañitas” pero demonizan la movilización feminista, avalan como libertad de expresión “fusilar a 26 millones de personas” pero criminalizan a raperos y titiriteros o defienden un feminismo liberal, creando la figura de la “señora COVID” para limpiar en los centros educativos…ese es su nivel de libertad.

Desde STE-CLM queremos que este acto de políticos del Partido Popular en un centro público de nuestra comunidad se quede grabado en la memoria de quien no hace mucho salía a defender los conciertos educativos como única garantía de educación libre. No, la única educación libre y no sectaria es la que se imparte en los centros públicos.

HACEMOS LO QUE DECIMOS, DECIMOS LO QUE HACEMOS