Este 5 de junio, Día Mundial del Medio Ambiente, es muy especial y ello porque la pandemia del COVID-19 concentra toda nuestra atención desde hace meses por los millones de personas enfermas, los centenares de miles de muertes y las tremendas repercusiones sanitarias, económicas y sociales. Como está demostrando la investigación científica, la diversidad de especies animales y vegetales actúa de barrera y, por consiguiente, la destrucción constante de los ecosistemas por la acción humana hace aumentar potencialmente el riesgo de contraer nuevas enfermedades.

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Durante estos días de confinamiento hemos observado todo lo que “sobra” en este metabolismo económico: el ruido, la polución del aire…, y hemos disfrutado cómo la naturaleza ha reconquistado espacios que le habíamos arrebatado. También nos hemos dado cuenta del deterioro acumulado de los servicios públicos, entre ellos el sistema público de salud, demostrándose que los recortes matan. El confinamiento ha provocado pérdidas de empleo, ERTEs y situaciones de riesgo económico que van a agravarse en las futuras semanas y meses. El virus sí entiende de clases sociales. Las brechas económicas, sociales o digitales se han visibilizado como nunca. Se ha evidenciado la falta de resiliencia de un sistema económico globalizado que es capaz de extender rápidamente pandemias, pero no es capaz de responder a ellas con la misma eficacia.

La ciencia indica que es necesario reducir las emisiones de carbono del orden de un 7,6% anual. El parón económico debido a la pandemia no es evidentemente la forma de conseguir estas reducciones, que necesitan hacerse con justicia social y poniendo en el centro una transición justa, que reconvierta los sectores causantes de las emisiones, sin dejar a nadie atrás. No se están sentando las bases de una salida social y ambientalmente justa de la crisis. Volver a la senda económica que nos ha traído a esta situación no puede ser la respuesta.  Ya sabemos quién paga habitualmente las crisis y quién sale fortalecido. Esta vez queremos que se rescate a las personas, no a los contaminadores.

Porque la pandemia de la COVID-19 y las consecuencias económicas y sociales no pueden ni deben servir como excusa para que los lobbies de las finanzas y las diversas multinacionales manipulen a los Estados para que pospongan una vez más los compromisos y acciones necesarias para evitar, no sólo una nueva pandemia, sino la destrucción sistemática de la vida en nuestro planeta. Es tiempo de actuar por una vida buena, sin dejar a nadie atrás.

Disponemos de la oportunidad de encontrar una salida democrática, con justicia climática y social, que ponga la vida en el centro. Situemos la salud y la vida de las personas y el respeto al Planeta por delante.

Por ello desde el Área de Medio Ambiente de la Confederación Intersindical apoyamos la convocatoria de movilizaciones para el día 5 de junio, el Día Mundial de Medio Ambiente, desde la óptica de que la lucha por el respeto al medio en el que vivimos, tiene que ser una lucha sistémica que solo es posible desde la igualdad, la justicia, la redistribución de la riqueza y el respeto a los derechos humanos y al resto de especies con las que convivimos en el planeta.

Secretariado de la Confederación Intersindical | Área de Medio Ambiente |  05 de junio de 2020

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