
La salud de las mujeres: Una cuestión de clase y género en el contexto laboral.
Como cada año, el 28 de mayo, la Organización de Mujeres de la Confederación Intersindical conmemora el Día Internacional de la Salud de la Mujer.
Desde la Organización de Mujeres de la Confederación Intersindical, creemos que es necesario abordar la cuestión de la salud de las mujeres no solo como un derecho humano
universal, sino como una problemática profundamente arraigada en las dinámicas de poder que rigen nuestro sistema económico y social. La salud de las mujeres está intrínsecamenteligada a las condiciones laborales y a la discriminación estructural que enfrentan en sus lugares de trabajo y, más ampliamente, en el acceso a los servicios de salud.
El capitalismo, en su búsqueda perpetua de maximización de ganancias, ha relegado la salud de las trabajadoras a un segundo plano. Las mujeres, por su rol tradicional en el ámbito
doméstico y su inserción en la fuerza laboral como trabajadoras precarizadas, son objeto de múltiples formas de opresión que impactan directamente en su bienestar físico y mental. En muchos casos, las condiciones laborales de las mujeres son inadecuadas, con jornadas extensas, salarios insuficientes y falta de protección social. Esta realidad se ve intensificada
para aquellas que pertenecen a sectores marginados y racializados, quienes sufren una doble carga de explotación.
El acceso a atención sanitaria de calidad es un derecho básico; sin embargo, dentro del sistema de salud, las mujeres enfrentan barreras significativas. La discriminación de género se manifiesta en diversas formas: desde una atención sanitaria deficiente hasta el estigma relacionado con las necesidades específicas de salud que tienen las mujeres, como la salud
reproductiva. Esta situación es particularmente alarmante en un contexto donde, estadísticamente, las mujeres son más propensas a sufrir de enfermedades crónicas y mentales debido al estrés laboral y la violencia de género.
Las mujeres en el sector de la salud, que asumen roles cruciales en la atención sanitaria, también son víctimas de un sistema que no valora adecuadamente su trabajo. Estas trabajadoras, muchas veces en condiciones precarias y bajo la presión de cumplir con altos estándares de rendimiento, ven cómo su salud se deteriora debido a un entorno laboral hostil y poco solidario. La sobrecarga emocional y física que implica cuidar a otros mientras se ignoran sus propias necesidades es una manifestación clara de la falta de respeto hacia el trabajo realizado por las mujeres, reafirmando la idea de que en el capitalismo, las/os trabajadores son vistos meramente como herramientas de producción.
Además, las políticas de salud pública frecuentemente omiten considerar las necesidades específicas de las mujeres, lo que evidencia una falta de comprensión e interés por parte del
Estado y las instituciones que deberían velar por el bienestar colectivo. Las políticas diseñadas en términos generales no abordan las particularidades que enfrenta la población femenina, incluyendo el acceso a métodos anticonceptivos, la atención pre y postnatal o el tratamiento de enfermedades que afectan desproporcionadamente a las mujeres.
Como organización sindical,consideramos que es fundamental unir fuerzas para exigir cambios estructurales en torno a la salud laboral de las mujeres. La lucha por un sistema de salud justo debe ir acompañada de la exigencia de derechos laborales dignos. Es necesario visibilizar la intersección entre la lucha feminista y la lucha de clases, entendiendo que ambas son parte de un mismo proceso de liberación. Es necesario promover la formación de comités de salud en los lugares de trabajo, donde las trabajadoras puedan evaluar sus condiciones laborales y proponer soluciones concretas y colectivas a sus problemáticas específicas.
Creemos que es vital educar y concienciar acerca de la importancia de la salud integral de las mujeres, abogando por una atención que no solo sea accesible, sino también respetuosa y libre de discriminación. Utilizando la narrativa del bienestar colectivo, podemos construir un modelo que priorice la salud de las mujeres y que desafíe el actual sistema de explotación. Un modelo que respete y reconozca el trabajo de las mujeres en todas sus dimensiones, tanto en el hogar como en el espacio laboral.
Desde esta perspectiva, es imprescindible que tanto las políticas públicas como las directrices de salud laboral integren un enfoque de género que reconozca y aborde las desigualdades que persisten en el acceso y la atención sanitaria. Las políticas de salud deben ser inclusivas y estar diseñadas con la participación activa de las mujeres trabajadoras, quienes son las más afectadas por estas problemáticas. Además, resulta fundamental que estas políticas garanticen recursos suficientes para la atención de la salud sexual y reproductiva, pues el control sobre nuestros cuerpos es un derecho que debemos reivindicar con fuerza.
Por último, es necesario reconocer que el cambio en la salud de las mujeres y en el sistema de sanitario en general solo será posible si se produce una transformación en la estructura del poder vigente. Solo a través de la lucha colectiva y de una organización sólida, las mujeres podrán desafiar la opresión capitalista y patriarcal que las oprime y explota. Solo así
podremos construir un mundo donde la salud deje de ser un privilegio de unas pocas y se convierta en un derecho garantizado para todas.
Por todo ello, desde la Organización de Mujeres de la Confederación Intersindical seguiremos luchando por un sistema de salud que reconozca y valore la vida de las mujeres trabajadoras, exigiendo condiciones laborales dignas y un acceso equitativo a la atención sanitaria.
28 de mayo de 2025
Organización de mujeres. Confederación Intersindical
