Celebramos este 1º de mayo en una situación de incertidumbre, propiciada por los dos años de pandemia que venimos sufriendo y la irrupción de una nueva guerra.

Las consecuencias de ambas cuestiones las está volviendo a pagar la clase trabajadora, con sus condiciones de existencia -y con su propia vida-. Mientras unos pocos se enriquecen actuando de comisionistas, la ciudadanía de a pie, no da crédito al disparatado precio de los alimentos de primera necesidad, de los carburantes o la energía y la calefacción. Esto sumado a la concatenación de pérdidas del poder adquisitivo anuales en los salarios, deja un escenario de empobrecimiento progresivo y desmantelamiento de un estado de bienestar para la mayoría.

Por otro lado, a pesar del denodado esfuerzo del personal sanitario durante toda la pandemia, y de los aplausos en los balcones homenajeando su buen hacer, no se ha hecho nada para fortalecer un servicio tan imprescindible, ni tan siquiera para frenar el deterioro de la sanidad pública, especialmente la atención primaria y el acceso a especialistas. Las listas de espera baten récords y operarse parece hoy tarea imposible. Cualquiera diría que existe un soterrado encauzamiento para dirigirnos a la contratación de planes privados sanitarios.

Tampoco se ha hecho nada para mejorar la educación pública, ni para abordar de manera eficiente los problemas del personal público en abuso de temporalidad, ni para frenar la destrucción de empleo público, ni para regenerar el tejido industrial que nos saque de la dependencia del turismo, ni para garantizar un futuro digno a la juventud. La inestabilidad laboral hace mella en el ánimo y en las expectativas de un gran número de personas. La lucha por garantizar empleos estables ha ocupado gran parte de nuestra acción sindical en el último año, hemos acudido a las calles en numerosas ocasiones, haciendo honor a nuestro espíritu movilizador y reivindicativo. Lo que está sucediendo es un fraude, que socava las esperanzas de la clase trabajadora, si cuando gobierna la derecha recortan nuestros derechos y cuando gobierna la izquierda no se atreven a recuperarlos, ni a lograr una mejor calidad de vida, la esperanza desaparece.

Como herederos del movimiento obrero, este 1º de mayo, nos ratificamos en nuestro compromiso de defensa de los intereses de la clase trabajadora y en nuestra voluntad de ser la herramienta útil para su consecución.

¡VIVA EL 1º DE MAYO!

¡VIVA LA LUCHA DE LA CLASE TRABAJADORA!

HACEMOS LO QUE DECIMOS, DECIMOS LO QUE HACEMOS